El fin de semestre y la dura realidad

He pasado mucho tiempo de mi vida tratando de encontrar el lugar al que pertenezco. Intente el ámbito religioso, pero no fue lo mio. En alguna otra época pensé que podía encajar con el mundo nerd del anime y la TNT, pero tampoco es lo mio. No importa a que lugar vaya, siempre me he sentido como una extraña. Cada vez que voy a un concierto no me siento identificada con los demás aisistentes, a pesar de que al parecer tenemos los mismos gustos musicales. En el ámbito académico ni se diga. Me cambie de carrera porque no me sentía a gusto entre comunicologos, pero las cosas no fueron muy diferentes en mi nueva opción de carrera.

Todas esas circunstancias me molestaban, pero entonces pensé: "qué importa, por lo menos no soy una más del montón". Pero, oh, la vida si que es chistosa. Ayer descubrí que no soy menos ordinaria que los que les gusta el indie 'porque es lo de hoy'. Mi ropa es ordinaria, mis gustos son ordinarios, mis ideas son ordinarias. Me gustan los Arctic Monkeys aunque estén ridículamente sobre valuados y cuando fui al Indie-O fest, fui a ver a The Dears y los disfrute como nunca, pero no me gusto The American Analog Set, hasta ese momento no tenía idea de quienes eran, me aburrí y todas las canciones me sonaron igual. No tengo nada que ofrecer al mundo de las leras modernas ni a ninguna otra disciplina. Mis convicciones son tan blandas como un pan remojado. Por esas y muchas otras razones soy ordinaria y aún así ni siquiera encajo con los ordinarios.

En casos como estos uno se cuestiona si valió la pena que su mamá recibiera una golpiza a cambió de evitar un aborto. Yo digo que no. Y mientras sigo en inmersa en lo ordinario tengo que terminar el semestre lo más decente que pueda y conseguir un trabajo.